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Irse a vivir juntos

Irse a vivir juntos

La pareja de hecho es una realidad en nuestra sociedad española que se consolida como forma de convivencia entre los jóvenes. Ello es comprensible: los jóvenes de hoy están acostumbrados a cambios continuos (trabajo, tecnología, lugar de residencia…) y han crecido con la idea de que todo es efímero, de qué sólo importa el presente, y de que no hay por qué amarrarse a alguien si se puede disfrutar sin tener que asumir un compromiso grande.

Para muchos padres una convivencia a prueba parece prudente, e incluso necesaria, antes de llegar a un matrimonio legal. Se argumenta que mejor será una práctica sexual con una misma persona que un continuo cambio de pareja. A los propios interesados oímos decir: “La expresión del amor no precisa de papeles”, o “Así te das cuenta a tiempo de cosas que no se muestran en el simple noviazgo y, si la convivencia no funciona, no tendrás que arrepentirte de haberte casado con la persona equivocada”.

Sin embargo, muchos podrían sorprenderse ante los fríos datos estadísticos que muestran un mayor número de rupturas matrimoniales en aquellos que pasaron por una convivencia previa, en relación con los que no la tuvieron. ¿De qué vale, pues, un matrimonio a prueba si no hay verdadera capacidad de amar?

¿Podrías vivir con alguien que te diga te querré por un tiempo? ¿No significa eso estar con una persona mientras se pasa bien, y después desecharla sin pensar en el daño que puedes originarle? El amor verdadero es algo más que compartir el placer; significa entrega total dejando a un lado el egoísmo individual. Aventura y compromiso que vale la pena vivir porque forma parte del anhelo de realizarse de todo hombre y mujer.

Cuando uno toma la decisión de casarse, se la está jugando: “No importa lo que pase, estoy contigo a muerte porque decidí amarte a pesar de todo”. Por eso, la persona que tiene un plan para toda la vida piensa seriamente con quién se casa y cómo, ya que en el matrimonio-sacramento se recibe la gracia de Dios. Luego se esforzará en su proyecto de equipo y luchará ante cualquier dificultad.

Es preciso una adecuada educación afectivo-sexual, una sólida formación, sobre los valores de la familia y de la vida, y conocer el significado religioso del matrimonio, para que las parejas se decidan por una vida matrimonial plena y con garantías de éxito. Todos estamos llamados a realizar una gran labor ayudando a los jóvenes a ver el matrimonio como lo que realmente es. Casarse es una magnífica demostración de amor.

 

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